domingo, 18 de septiembre de 2011

Seis palabras (2)


- Hola, puedo pasar?

- Si…claro…adelante

Laura se sentó  en la butaca del comedor, hasta unos instantes más tarde no decidió mirarme a los ojos. Cuando por fin lo hizo, pudo comprobar como mi rostro había perdido todo tipo de felicidad, de vida, observaba un cuerpo vacío. Piel y carne. Podía ver mi declive, mi gran agonía.

- Vengo del hospital. Acabo de abortar.

Seis palabras. Tan solo fueron eso. Seis palabras que recordaré siempre, que cuando vengan a mi mente cuando sea un anciano, seguiré sintiendo ese mismo pinchazo que quebró mi estómago. No había visto a Laura desde hacía siete meses. Nos encontramos en el 60’s. Bebimos tanto que volvimos a amarnos por una noche. No nos importaron las peleas, ni los desencuentros, tampoco los gritos a altas horas. Solo ella y yo, juntos por esa noche. Desapareció. No respondió a mis llamadas, no pude encontrarla en su casa, tampoco en el trabajo. Desapareció.

Ahora se sienta en mi butaca y pronuncia esas seis palabras. Tan solo eso. No dije nada. Cogí el paquete de tabaco de la mesita, saqué uno de los cigarrillos y me lo puse en los labios. Jugueteé con él poniéndomelo entre los dientes mientras le ofrecía uno a Laura. Hizo que no con la cabeza, agachó la mirada y cerró los ojos. Mientras me encendía el cigarrillo se levantó y se marchó de nuevo.

Ese día hacía un año y 2 meses que mi enfermedad había desaparecido. No había vuelto a tener esas horribles náuseas, no había sangrado más por la nariz, los hematomas habían desaparecido y mi pelo había dejado de caerse. Mis manos volvían a responder a las órdenes que mi cerebro les enviaba. Empezaba a sentir que había vuelto en mi. Sin embargo me miraba al espejo y caía en la cuenta de que había perdido la batalla. Mi piel estaba llena de arrugas, a mis ojos les rodeaban una especie de globos morados que llegaban hasta donde acababa mi nariz. Solo me quedaba algo de pelo a los lados de la cabeza y mi barba se había vuelto completamente anarquista. Pesaba 42 kilos. Las secuelas eran peor que la enfermedad. Deseaba volver a estar enfermo. Lo deseaba con todas mis fuerzas.

- Tengo que ir a comprar, necesito leche.

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